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"La tarea del Alma es permanecer leal a sus propios deseos. Debe abandonarse a su principal pasión" (Rebeca West). Aprender es haber vivido, y sobre las experiencias adquiridas, compartir y ayudar a todos aquellos que están buscando las "rutas" para formarse y crecer integralmente como Seres Humanos... "El Ser por el Ser"

miércoles, 8 de junio de 2011

"¡QUÉ HACER CON NUESTROS ADOLESCENTES!"

“Los niños son la verdad con la cara sucia,
 la sabiduría con el pelo desgreñado
 y la esperanza del futuro
 con la mano en el bolsillo”.




Llega un momento, para terror de algunos padres y madres, en el que se hace necesaria una conversación tranquila y sosegada con el hijo o la hija adolescente. No es un plato de gusto para nadie, porque resulta más cómodo callarse, disimular, olvidar, "mirar hacia otro lado", que pasar el "mal trago" de hablarles claro; pero, como afirma Alejandra Vallejo-Nágera: "más dolor ocasiona un padre blando, inconstante, que no sirve de guía". Me refiero a los tipos de padres que enseguida se rinden porque educar bien resulta cansado"..., sin embargo, tarde o temprano, durante la adolescencia van a prodigarse las situaciones que requieren con urgencia una conversación seria.

El hijo que hace "novillos" en el colegio, la hija que con sólo catorce años "sale" con el primer muchacho insustancial que se lo ha pedido, la hija que hace de la contestación insolente un hábito, el chico, que con tal de pertenecer a un grupo es capaz de dejar de lado su propia estima, mermando aún su propio autoconcepto, el chavo o la chava que tienen urgencia de crecer y que se dejan llevar por las "hormonas" con las banderas por delante de decir "ya soy grande, lo demás son chiquilladas", etc., y en esos momentos, a nosotros, padres, educadores, tutores, los que les amamos, podemos sentir dos clases de miedos razonables e igualmente desastrosos: a) "No es para tanto, es normal, ya se le pasará"; b) "¡Pobre hijo!, lo que sucede es que....". 

Por un paternalismo mal entendido podemos creer que nuestra tarea consiste en evitar contrariedades a nuestro hijo, en resolverles los problemas quizás, justificarles en una constante... Pero de lo que se trata es de educar una persona libre y responsable, sin el pensamiento erróneo o el miedo de decirse: -"Si le echo un sermón, perderé su confianza". 

Los adolescentes, aunque no lo creamos, necesitan y esperan nuestra autoridad, esperan que demos el primer paso en informarles bien de lo "sucedido" y el por qué de lo "sucedido". Sin exageraciones, pero sin ingenuidades, hemos de conocer los detalles antes de hablar con nuestros hijos, con nuestros estudiantes, con nuestros adolescentes... Recordemos que son los amos de las excusas, de las coartadas y de las interpretaciones, y tienen una capacidad infinita para la autojustificación. Sólo si estamos bien informados podremos discernir. 

Los padres sagaces han de tener, desde el principio, un mínimo plan de acción. Este sería el segundo criterio clave. Por eso, hay que hablar mucho entre parejas, entre   matrimonios, entre educadores, especialmente si se trata de un tema importante. Hay que estudiar bien el caso para no dejarse llevar por la improvisación. Saber lo que queremos o debemos decir al adolescente y no lo que inspire nuestro estado de ánimo en ese momento, recurrir a verdaderos profesionales que traten los problemas de parámetros conductuales de los adolescentes; y algo muy importante... "tener visión de largo plazo", sabiendo que a veces las guerras no se ganan en una sola batalla y que la victoria definitiva requiere paciencia y sembrar mucho antes de recoger la cosecha. 

Hemos de ser prevenidos porque hablar con un adolescente es lo más parecido a una montaña rusa: vamos de aquí para allá y, a veces, es difícil incluso evitar la discusión, debemos saber escuchar, saber "callarle", saber intuirle, saber leerle entre líneas para estar certeros de la percepción que está siendo "lanzada" en ese momento y poder dilucidar, y decidir conjuntamente, padres, hermanos, amigos e instituciones de la educación, la ruta sobre la "acción" que deberemos seguir para ayudarle...

Escuchar con eficacia es todo un arte que pocas personas saben llevar a la práctica. La mayoría queremos mitigar los golpes que la vida puede causar a los hijos y tomamos inmediatamente las riendas haciéndonos cargo de los problemas que atañen al adolescente en el intento de ayudarle; adelantándonos a cualquier desenlace fatal, hablamos, advertimos, damos consejos, prohibimos, juzgamos... pero solemos tener poca paciencia para escuchar; y peor aún, no nos damos cuenta que de igual  importancia  es que el adolescente se "escuche en voz alta" pues el objetivo consiste en ayudarle a expresar su frustración, angustia o miedo.

En todo caso, puede ser útil proponerse, dentro de ciertos límites, no tomarse las cosas como algo personal, cultivar una cierta perspectiva un tanto distante y permanecer tan sereno e impertérrito como sea posible. También puede ser útil "escuchar con los ojos". En muchas ocasiones los adolescentes no expresan su sentir con palabras, sino con expresiones faciales, con la mirada, el gesto de los brazos, la postura, el tono de voz... "El cuerpo no miente"... Cuando observemos un mensaje contradictorio entre gestos y palabras, hay que creer sólo lo que dice el cuerpo. Y es que estas conversaciones requieren por nuestra parte que nos arriesguemos a oír de todo. Una confesión puede ser un duro golpe: ¿estamos dispuestos a oír de todo?... Por eso, conviene tener previsto qué hacer después. 

Pensemos que entonces es cuando se nos va a presentar la mejor oportunidad para ayudarles pues es que se han atrevido a expresar su preocupación, hay que ser hábil para que la comunicación fluida no decaiga, por miedo nuestro o por vergüenza suya, pero al mismo tiempo, los padres y educadores debemos saber orientar, proporcionar claves. Si se trata de un mensaje de los que nos dejan envueltos en un sudor frío, lo primordial es conservar la calma. Hacerlo resulta muy difícil, pero enormemente útil, pues es entonces donde podremos decidir conjuntamente las soluciones adecuadas, óptimas y los aplicativos amorosos primordialmente, con que daremos nuestros siguientes pasos.

NAMASTE NAMASKAR
Nos vemos mañana

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