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"La tarea del Alma es permanecer leal a sus propios deseos. Debe abandonarse a su principal pasión" (Rebeca West). Aprender es haber vivido, y sobre las experiencias adquiridas, compartir y ayudar a todos aquellos que están buscando las "rutas" para formarse y crecer integralmente como Seres Humanos... "El Ser por el Ser"

domingo, 29 de mayo de 2011

ENSAYO SOBRE LA INCONSCIENCIA Mayo 2006, escrito y publicado para "Novedades"


El día de hoy ha sido algo especial. Han venido a mí una serie de preguntas que me han hecho reflexionar sobre la vida misma y sobre las formas de proceder en el comportamiento de la humanidad. Preguntas que hicieron plantearme una vez más todo este sistema de valores que se supone llevamos a cuestas cada uno de nosotros y que también, me llevaron a recapacitar sobre la ideología en el tipo de respuestas socioculturales por las cuales cada ser humano de este planeta refleja y pasa día a día.



¿Por quién daría o sería capaz de arriesgar la vida, es decir, mi vida?, ¿por qué vivo mi vida de esta forma y por qué vivimos así como hoy lo hacemos cada uno de nosotros? Creo que muy poca gente es sincera en este aspecto pues en realidad no existe tal altruismo o egoísmo. Hoy por hoy pocos pensamos en los demás, o hacemos algo por los demás; así que mucho menos daríamos la vida por nadie.

Tengo sensaciones que me hacen ver que el hecho de dar la vida por alguien simplemente pasaría en condiciones extremas, quizás por alguien de nuestra propia sangre, sin embargo, pienso que debemos tener en cuenta cuándo ocurren condiciones extremas en nosotros puesto que considero que entran en juego todo tipo de artimañas y conversaciones mentales que hacen que nuestro ego salga victorioso aún a pesar de perder su propia existencia.

La vida, tal y como es, desnuda e infinita, no es nuestra. El hecho que nos hace pensar de una forma diferente, es decir, lo que nos hace pensar que esta vida es “nuestra”, es simplemente todo el sistema de valores que engendramos y evolucionamos hasta el punto de comparar las cosas para determinar que esto es mejor que eso otro, y empezar a considerar que aquello que nosotros consideramos de más “valor”, comience a formar parte de nuestra vida, mientras que lo “demás”, es simplemente algo totalmente irrelevante.

Primero conocemos las cosas que hay a nuestro alrededor, luego, las comparamos y finalmente aplicamos nuestros “infalibles valores” para determinar qué es lo que nos va a acompañar en este viaje vital. Y cuando nos preguntan, decimos orgullosos: “Miren, esta es mi vida”… ¡Vaya estupidez!
La vida no es nuestra. Lo único que nos pertenece son nuestras ilusiones, nuestros objetivos, saciar nuestras necesidades, y eso, es realmente efímero puesto que no hay un solo instante que sea igual a otro, existen momentos y valores heredados, adoptados y acomodados a “nuestros intereses” del momento, del ciclo por el cual estamos pasando, y por tanto, nuestras necesidades cambian al igual que nuestras ilusiones.

Es necesario comprender que lo que hagamos, simplemente lo hagamos por el mero hecho de hacerlo, porque si lo hacemos basado en un objetivo en particular, realmente estaremos desaprovechando nuestro valioso tiempo de vida, desperdiciando “inconscientemente” todo tipo de sensaciones que nos hacen vivir la vida al desnudo y sin equipaje, y así poder ir más lejos; esto es, centrarse en lo que estamos desarrollando en ese momento, con todos nuestros sentidos puestos y enfocados para poder vivir, absorber y aprender de la experiencia de ese “hacer”.

La antigua visión del mundo ya no vale y las personas se desesperan porque no saben a ciencia cierta por qué viven. Nuestros conceptos sobre la fe por ejemplo, fueron concebidos cuando aún se creía que la tierra era un disco y las estrellas agujeros en la bóveda celeste. Hoy día ya no es posible hablar de Dios tal como se hacía en siglos pasados. Somos mucho más sutiles y refinados, no obstante, seguimos como hace siglos, luchando y matando por pura ambición. ¡Cómo pretender dar la vida por algo o alguien si es más fácil arrebatarla!

Buscamos excusas que pretendemos exponer como razones de peso, intentando esconder, no se sabe bien si a los ojos de los demás o a los propios, la triste realidad de que solo nos mueve la ambición, bien sea de poder, económica, de territorio o mercado. O el odio, la venganza y el resentimiento por encima incluso del bien común y de lo propio. Tenemos, porque es necesario, que inventar formas nuevas de vivir, de relacionarnos, de compartir aquello de lo que disponemos, tenemos que rescatar y atesorar esos valores que están “difuminados”, tenemos que aprender que desde el miedo o la ambición, desde el odio o el rencor, no va a ser posible.

Llevamos siglos con las mismas asignaturas pendientes, hacemos grandes progresos, grandes avances en algunos campos, pero arrastramos ignorancia en otros desde la edad de piedra. Es indigno quedarse ya en el dolor, el sufrimiento y el llanto. Es indigno quedarse en la rabia y el odio. ¿Por qué no ir más allá?, ¿por qué no comprometerse a reaccionar todos los días al menos en nuestros entornos inmediatos? ¡Ofrecemos nuestra fuerza al miedo!. Hemos vivido con mucha desesperación y desesperanza… admitámoslo aunque sea en el silencio de nuestras conciencias.

Cuando leemos la historia nos preguntamos cómo nuestros ancestros podían ser tan bárbaros, cómo podían hacer sacrificios humanos y matar, destruir y mutilar tantas vidas para conquistar un trozo de tierra o para agradar a “Dios”. Y nos ponemos las manos en la cabeza cuando nos hablan de las cruzadas, de la inquisición, de las batallas de los Moros y Cristianos. Juzgamos los crímenes de la historia y nos horrorizan. ¿No será tiempo ya de que aprendamos?..., no nos convirtamos en historia que sea el horror de los que estudiarán en el futuro. Comencemos a dar pasos grandes hacia adelante cambiando el rumbo de tan tristes noticias cotidianas.

Cada muro levantado y cada hombre muerto representa el odio de todos y cada uno de nosotros; representa el resentimiento, la envidia y la ambición cotidiana que todos tenemos aún. Detrás de cada sistema, institución, religión o sociedad, estamos nosotros todos, las personas de una a una. Los sistemas no van a cambiar si nosotros no cambiamos. Hemos culpado durante siglos a un sin número de razones para no asumir nuestra parte de responsabilidad. Cada religión es tan sagrada como todas las demás. Cada sociedad en su cultura, costumbres, idiosincrasia, folklore y gente son sagrados también. Cada idea y cada persona lo somos.

Cada vez que matamos o coartamos una vida de alguna forma, estamos muriendo a la evolución de nuestra especie. Cada vez que matamos o coartamos una vida de alguna forma, estamos actuando bajo la fuerza bruta de nuestro instinto animal e ignorando nuestra “humanidad”. Cada vez que matamos o coartamos una vida a plena conciencia, estamos siendo partícipes activos sin escrúpulos, no importa en que fe, ideología o país nos escudemos.
 La humanidad es una y el planeta es uno, y la herida hecha en cualquier punto de ambos duele y hiere al conjunto.

En el silencio de nuestro interior, cuando no estemos a la defensiva porque no hay nadie que nos rebata, con el corazón en la mano, preguntemos a nuestra conciencia ¿por quién daría o sería capaz de arriesgar la vida, es decir mi vida?, ¿por qué vivo mi vida de esta forma y por qué vivimos así, como hoy lo hacemos cada uno de nosotros?, ¿qué puedo hacer, al menos en mi pequeño mundo, para contribuir a desarrollar y a evolucionar una mejor humanidad?

… Y a pesar de todo
mi corazón sufre por la humanidad
y no sé qué hacer

En honor a Leonora Carrington
NAMASTE
Nos vemos mañana

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