BLOG SARAH-MARAH DESARROLLO INTEGRAL EN CONSTRUCCIÓN

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"La tarea del Alma es permanecer leal a sus propios deseos. Debe abandonarse a su principal pasión" (Rebeca West). Aprender es haber vivido, y sobre las experiencias adquiridas, compartir y ayudar a todos aquellos que están buscando las "rutas" para formarse y crecer integralmente como Seres Humanos... "El Ser por el Ser"

viernes, 29 de julio de 2011

ECUACIÓN DE LA SALUD: "EL CAMBIO CONSCIENTE"

"Incluso la vida más ordinaria es un misterio
si la miras desde lo bastante cerca"
Kennedy Fraiser




Toda “curación” implica cambios de alguna clase, mismos que se presentan de muchas formas. La tarea para “sanarnos” es ayudarnos entrando en contacto de alguna forma con “eso que tenemos que cambiar”, así como con el modo de “responder al cambio” en sí.

Una de las mayores causas del “sufrimiento humano” son las “diferencias” que existen entre nosotros; sobretodo, las “diferencias” que existen en las personas que queremos o interactuamos en nuestro cotidiano. Las formas en que “respondemos” ante las situaciones que nos hacen “sufrir” dependen totalmente de la “importancia que le damos a las mismas”, en pocas palabras, en las “formas que tenemos de responder ante la vida”. Podemos ser temerarios, víctimas, conflictivos, o abusivos; o por el contrario, pasivos, indiferentes, bondadosos, o caritativos… Todas y cada una de las reacciones que surgen como “respuestas ante el sufrimiento”, dependen -reitero-, de la importancia, de la connotación, y de la intensidad, que le damos a “cada una de las situaciones que sufrimos”.

El gran "miedo" que nos provoca "el cambiar" se debe a que en nuestras mentes tenemos “filtros perceptuales” que nos ayudan a “hacer sentido” a nuestros “mundos”. Estos filtros determinan a lo que le “prestamos atención”; y a eso que le prestamos atención se convierte en nuestros "mapas mentales”; y éstos a su vez,  nos dan “la percepción” de “cómo es nuestro mundo”; por consiguiente, “las formas en que respondemos ante el sufrimiento”.

Dos personas ante una misma situación pueden tener una “percepción” diferente porque nuestros “filtros perceptuales” nos dirán, según el mapeo mental que hayamos construido, a qué le debemos prestar atención. Por ende, cada uno de ellos va a entender que “tiene la razón”; y esto debido, a que cada una de las personas siente que “su percepción es la realidad”.  Sin embargo, debemos darnos cuenta y hacer consciencia de que “es tan sólo la percepción personal de los acontecimientos porque  parte exclusivamente de una información distorsionada, omitida y generalizada por nuestros filtros perceptuales” (Dr. Wilfredo Negrón).

Entonces, ¿cuál sería la ecuación de la salud mental, emocional, física, espiritual?; ¿qué podemos hacer ante “la negatividad” de los demás?, ¿cómo propiciar un cambio? Lo primero es reconocer que “todas las personas hacen lo mejor que pueden con los recursos que tienen”. Si tuviesen otros “recursos” sus “comportamientos” serían mejores, la comunicación mejoraría, y aunque no lo es todo, nos daría una mejor “visión” de cómo “reaccionar” con nuestros semejantes. Podríamos preguntarnos, por ejemplo, ¿qué he omitido, qué he generalizado o qué he distorsionado de la situación por la que sufro?, ¿he buscado o me he esforzado por buscar más información y así lograr tener un mejor “retrato” de la situación?, ahora bien, ¿con la “información” que poseo, me he puesto en el lugar de la otra persona?, ¿puedo ser capaz de asumir su fisiología, su manera de respirar, de imaginar las condiciones de vida por las que ha cursado?

Si uno se encontrara en una situación difícil con alguien  seria conveniente analizar si está al alcance de uno el cambiar la situación. Si no lo está, “en la aceptación se encuentra una gran paz”. “Lo que resiste, persiste…, las cosas que se aceptan se disuelven”.

“Cuando el alma se ve impedida de hacer lo que vino hacer,
se malogra el propósito central de nuestras vidas”



Independiente de lo que hagamos para anclar nuestra vida en la supervivencia y en lo material, nuestra alma no renunciará a su lucha para hacernos ver la luz. Siempre encontrará formas de ejercer una tremenda presión sobre nosotros para que cambiemos, aún cuando el cambio sea algo que solemos temer.

La mente condicionada está alerta a la presión del alma y hace todo lo que puede para resistir al pedido de cambio. Después de todo sólo puede “imaginar” lo que ya “conoce” y “teme” a lo desconocido.  La personalidad entonces, es presa del pánico temiendo “lo que interpreta”  como “desintegración” si se llevan a cabo las “presiones del alma”. No se detiene a comprender que el alma sólo puede expresarse a través de la personalidad, simplemente pidiendo que este canal de expresión se abra para ella.

A veces, la presión ejercida desde el nivel del alma es tan fuerte, que experimentamos una gran inquietud mental, emocional o incluso física, o sea: “sufrimiento”. La negación o la incapacidad para responder al “pedido interior” de reconexión con “la realidad espiritual” finalmente puede activar una “crisis”, y es entonces cuando nuestros “filtros perceptuales” pesan e influyen más en nuestras mentes, por tanto, a la “resistencia al cambio”.

Cuando trabajamos con “nuestros miedos”, cuando nos permitimos observar de forma diferente nuestros “filtros perceptuales”, nos vamos “re-encontrando”, vamos poco a poco, de regreso a nuestro “Yo” interior. Cuando logremos canalizar “el sufrimiento”, podremos encontrar aprendizajes que nos ayudarán a ser mejores personas.

Sentirnos en “Paz”  ya sea mental, emocional, o espiritual,
no significa estar en un lugar donde no hay situaciones difíciles,
La paz es un estado donde “uno se encuentra”
a pesar de todo lo demás,
donde uno mantiene en “calma el corazón”



 “Dios concédeme la Serenidad para aceptar
 las cosas que no puedo cambiar,
Valor para cambiar aquellas que puedo y
Sabiduría para reconocer la diferencia”

NAMASTE-NAMASKAR
"Nos vemos mañana"

miércoles, 27 de julio de 2011

LOGRAR ALCANZAR "EL ESTADO DE INTEGRIDAD" A TRAVÉS DE LA PRÁCTICA DE "PENSAMIENTOS POSITIVOS"


"Si te detienes cada vez que te ladra un perro
nunca llegarás al final de tu camino"


"Con especial  agradecimiento y dedicatoria a Juan Carlos,
que hoy fue mi Maestro, mi Ávatar, mi Guía, mi espejo"


Los mejores aprendizajes que podemos tener en nuestras vidas se suscitan cuando menos los esperamos. Aparecen en los tiempos en que hemos olvidado que nuestra intención solícita de tener claridad fue lanzada hacia el universo alguna vez, y éste por consecuencia conspiró para que cada detalle, cada palabra, se expusiera de forma tal, que no queda nada menos que escuchar verdaderamente a la persona que nos habla con el corazón, atenta y humildemente. 

Muchas veces podemos estar en un momento de “sin sentido” en nuestras vidas. Momentos cuando pensamos de una manera, sentimos de otra, y actuamos y nos comportamos de modos diferentes a los que realmente pensamos y sentimos. Esto es la interpretación que damos al “sin sentido” o "la falta de coherencia" en nuestras vidas. 

Para que logremos el equilibro y podamos regresar a nuestro "estado de integridad”, debemos iniciar haciendo un análisis de cada acción que realizamos sin juicio alguno. Meditando. Sólo dejando que nuestro corazón actúe liberándonos de resentimientos y temores que no son más que "sentimientos de culpa"  o de prejuicios que nosotros mismos ejercemos o sentenciamos sobre nosotros mismos. 

Pensemos con amor, sintamos con amor y actuemos con amor. Provocando ésto en nuestro cotidiano, cambiando las formas de visión negativa de vida que solemos sujetarnos, comenzaremos a notar que nuestra vida cobra un sentido diferente; y cuando pensemos que la vida es "injusta", que las circunstancias que vivimos son desagradables o difíciles, provoquemos la paciencia.   Muchas veces practicar la paciencia nos permitirá que la vida vaya acomodándose poco a poco.

Es importante que comprendamos que los sucesos positivos irán paulatinamente manifestándose, sólo imaginando lo que deseamos vehementemente, hablando de manera positiva en una constante, incluso hasta en las frases más sutiles;  y obrando como si ya estuviésemos alcanzando nuestros deseos. Evitemos quejarnos, alejémonos de juzgar o condenar, dejemos ya de poner pretextos o argumentaciones y desprendámonos de las críticas. Y por sobre todo, agradezcamos hasta de los momentos adversos porque de ellos se aprende.



¿Cómo mejorar la vida desde el pensamiento positivo?


El camino hacia el amor, hacia una vida plena, requiere de un aprendizaje, haciendo conciencia de que el trecho puede ser muy largo. Pero como decía Lao Tse: "Un viaje de mil millas debe comenzar con un paso"; y a este primer peldaño, quisiera agregar que tu primer motivante "no es más que la actitud que tomes contigo mismo y con todo aquello que te rodea directamente".
 
Puedes comenzar por preguntarte qué es amor para ti y cuántas veces has amado de verdad: ¿a qué? ¿a quién? ¿cuándo? ¿cómo? ¿de qué forma?... 
Haz un retrato honesto de tu corazón, porque una vez que sepas dónde te encuentras, te será más fácil marcar el rumbo hacia el mundo de los sentimientos.


Las siguientes reflexiones fueron extraídas de: "El libro del Amor", escrito por el Dr. Frank Andrews 

DESPERTAR LOS SENTIDOS

Si tenemos hambre, nuestros sentidos buscan comida. Sentimos miedo, no es ponernos alerta de presuntas amenazas. Los sentimientos son nuestra parte más primitiva y vital, pues sin ellos estaríamos desprotegidos. Si los despertamos intencionadamente y damos un enfoque selectivo de sus percepciones, nos estaremos acercando a la sensibilidad, a esa conciencia aguda que repara en los detalles más pequeños. Y de ahí al sentimiento sólo hay un paso. Toca, mira, escucha, huele, saborea a toda consciencia como si fuera un regalo para ti. Si contemplas una nube, siente que es una nube especialmente dirigida para que la disfrutes; si tienes un animal y le pasas la mano por el lomo, no pienses que lo estás acariciando, siente que el te está brindando su cuerpo a tus mimos... ¿Te das cuenta?, lo que te rodea es un acto de amor, entonces, ¿por qué no amas?

                                          LAS EXIGENCIAS Y LAS CONDICIONES

El amor no es un cambalache de ofertas, y mucho menos una inspección de calidad. Escribía Ralph Waldorf Emerson que todo lo que ha hecho Dios tiene alguna grieta, y la verdad es que lo afirmaba con razón. No se puede ir con lupa buscando el camino del corazón, porque, evidentemente, lo encontraremos bacheado y poco transitable, es decir lleno de incomodidades y no demasiado apetecible. Poner condiciones de antemano, marcar listones, puede resultar tan estéril como fijarse expectativas. Las cifras, los márgenes de tiempo o cualquier unidad de medida, devaluarán nuestros sentimientos y acabarán por desilusionarnos por completo. Las idealizaciones sólo sirven para poner techo y limitar; verbo, este último, que no acaba de casar con el arma, ya que el amor verdadero no admite mediciones, pues desde su primer instante cobra una dimensión plena para siempre.
                                                              LOS MALOS HÁBITOS
Muchas veces tenemos al enemigo en casa, y somos nosotros mismos los que, de una manera involuntaria, bloqueamos el fluido del amor. Nuestros malos hábitos, que en definitiva son como malas posturas de espalda que adquirimos con el tiempo, funcionan como la columna vertebral que rige nuestra relación con la vida. Es muy fácil estar siempre a la defensiva y tener el no preparado en la boca. Pero esta postura negativista a lo único que nos llevará es a una pasividad con cara de pocos amigos. Estar abierto ante las cosas supone un reto que hay que afrontar, por eso sólo los valientes de espíritu son los que avanzan en el camino del amor. 

                                                            AMOR PROPIO Y AJENO
Muy pocos, creyentes o no, reniegan de la máxima "Amarás al prójimo como a ti mismo". ¿Bonita, verdad? ¿Pero quién lo lleva a la práctica? Somos egoístas y especuladores con nuestros propios sentimientos. A menudo saboteamos nuestros proyectos, menospreciamos nuestras acciones y, casi por norma general, nadie está contento con lo que es y tiene. Con este panorama, no es de extrañar que a menos mal, es decir con la misma calidad que nos amemos a nosotros mismos. Es matemática pura: para dar hay que tener. Por eso lo primero que debemos hacer es empezar a amar la vida desde nuestra propia piel; sentir orgullo de lo que somos, valorar lo que tenemos y respetarnos. El amor hacia los demás, en toda su dimensión, vendrá solo.

                                                   EN LOS TIEMPOS DE CÓLERA
A veces la crisis se instala en nuestro corazón y no sabemos cómo quitárnosla de encima. Es duro, pero parece que inevitablemente la única manera de aprender es caerse y volver a levantarse. El problema radica en que en la mayoría de las ocasiones hacemos leña de nuestro propio árbol caído y comenzamos a interpretar el papel de víctimas de manera sobreactuada. Bajemos del escenario y contemplemos lo que nos sucede desde el patio de butacas, dejemos de actuar y convirtámonos en observadores y luego en guionistas. Intenta buscar salidas positivas, sin malgastar tu energía en el torbellino crítico, y levanta el telón dispuesto a realizar tu mejor papel. Verás que después de crecer y desarrollarte durante la tempestad, convertirás tu crisis en triunfo.

                                                                GRACIAS A LA VIDA
A menudo le echamos la culpa de todo, pero sin ella no somos nada. No es una adivinanza, es la vida. Hay quien se la toma como una carrera y mueve todos sus resortes vitales en conseguir y poseer. Sin embargo, la vida, aunque es camino, poco tiene que ver con un circuito. Más bien es un viaje desde el nacimiento hasta la muerte, y en él las personas disfrutan o se amargan, pero en ninguno de los casos se llevan los trofeos. Por eso mismo, como nadie nos espera en la meta con medallas, tenemos que poner nuestros sentidos en apreciar lo que tenemos a mano, dando gracias de una manera humilde, pero al mismo tiempo gozando intensamente. 




"Así es la vida, un regalo, 
el único patrimonio que nos acompaña 
hasta el final de nuestros días. 
No lo malgastemos"


"El día de hoy elijo
observar mis hábitos negativos,
y convertirlos en hábitos positivos,
Elijo ser consciente
de que nada es permanente,
todo es vacío,
por tanto, no tengo apegos"

NAMASTE-NAMASKAR

"Nos vemos mañana"

sábado, 23 de julio de 2011

UN PEQUEÑO CUENTO: "Esconderse en un Rincón del Mundo" Jimmy Liao

¿Qué importancia puede tener
que lo que te asusta
sea real o no?
Toni Morrison


Sinópsis


¡Vale, vale! ¡No volveré a decir que no me gusta esta familia! ¡Tampoco diré que os odio! ¡Es sólo que a veces me gustaría que me dejarais tranquila un rato! ¡Aquí todo está bien!..., "¡Todo menos yo, quizás!"..., ¡ Vale, ese es mi problema!..., ¡Vale, de todos modos, los mayores nunca os equivocáis!...

Lo que pasa es que los pequeños somos unos desobedientes, ¿no?... Vosotros no sois los únicos que tenéis preocupaciones, ¡yo también las tengo! Lo que pasa es que no os las cuento, ¡y punto!

Por favor, ¡no estéis tan preocupados!, ¿de acuerdo?..., Ya soy mayor, puedo cuidar de mí misma. No voy a abandonaros, ¡pero también tengo cosas que hacer! Tampoco soy un bicho raro, hay mucha gente así..., Bueno, ¡todos queremos escondernos en un rincón del mundo! De todos modos, diga lo que diga, ¡no me creeréis! 


"En mi corazón vive una niña 
que siempre que tiene la sensación 
de que el mundo no funciona, 
se esconde en su rincón. 

En el rincón hay canciones 
que esperan que ella las cante, 
acertijos que esperan 
que ella los resuelva, 
recuerdos que esperan 
que ella los evoque, 
sueños que, como la hojarasca, 
tiene que amontonar e ir examinando… 

Allí respira tranquila y camina despacio. 
El silencio entre notas da  forma a la música, 
un silencio que transmite el mensaje 
de que existe un mundo nuevo y hermoso. 

En mi corazón vive un niña 
que siempre se esconde en el rincón, 
pero sólo por un rato...,

Es porque necesita un poco de tiempo 
para volver a encontrar su lugar en el mundo.


NAMASTE-NAMASKARA
"Nos vemos mañana"

miércoles, 20 de julio de 2011

RELACIONES COMPLEJAS: MADRE E HIJA

"Los reproches son tan personales
como las huellas dactilares"
Margaret Culkin Banning

Ma. del Carmen García M.


"Los acontecimientos de nuestras vidas se desarrollan
en una secuencia temporal,
pero en su significado para nosotros,
buscan su propio orden"

Amor-odio, aceptación-rechazo, alejamiento-acercamiento, son sentimientos que caracterizan, con mayor o menor intensidad, al vínculo más profundo que existe en la vida de toda mujer, la relación con su madre.

La idolatramos de niñas, la aborrecemos en la pubertad, nuestra enemiga en la adolescencia y, si todo marchó más o menos bien, cuando somos adultas, pensamos en algunas épocas que la comprendemos y valoramos acercándonos más a ella.

Pero el tiempo pasa y llega un momento en nuestras vidas cuando nos preguntamos ¿qué sucede cuando se es madre? En la mayoría de los casos, cuando ha habido una buena relación, ésta se estrecha aún más, es un momento de acercamiento y de reencuentro, nos damos cuenta de la complejidad que representa “hacer” personas, criar seres humanos..., sin embargo, "una mala relación", seamos conscientes o no de ello, ocasiona un daño que muchas veces pensamos es irreparable.

La relación madre-hija se encuentra casi siempre en los límites; es indefinible e inalienable. Es diferente, incluso, entre hermanas. Como todo vínculo en crecimiento, es mutante: transforma y se transforma. Es necesario darnos la oportunidad de revisarla y, de ser necesario, modificarla o transmutarla en otra cosa.

Las mujeres construimos en dicha relación nuestro “yo” y nuestra identidad femenina. Por ello, cuando la madre se acerca a la vejez o a la mortandad, cuando el tiempo pasa y hacemos reflexión sobre los sucesos de vida conjunta, van quedando en la hija agujeros en el alma; y sin embargo, existen todavía sucesos que aparentemente no son tan trágicos y que pueden ser tan funestos como la pérdida de la madre.

Tomando como referencia algunas lecturas que he realizado, encuentro que la observación de la psicóloga Inés Arribillaga, nos plantea de forma muy asertiva diversas situaciones, siendo éstas de las más comunes, y a las que por cierto llama “malas historias”: a) El abandono, la ausencia o la indiferencia de la madre en forma permanente, b) La competencia constante con la hija, c) La intromisión constante en la vida de la hija,  d) Los vínculos “vampíricos” donde la madre vive a expensas de la hija, e) La descalificación.  Cabe mencionar que éstas "situaciones o malas historias" se presentan en gran medida de una forma "inconsciente", donde el proceder de la madre no es actuado con dolo, por el contrario, es una mera manifestación de la carencia que ella misma ha vivido como experiencia de vida, por tanto, conceptualizada como "comportamiento normal" por y para el "beneficio" de la hija.

Analizando cada una de las situaciones, podríamos decir a grosso modo, que el abandono, la ausencia o la indiferencia de la madre en forma permanente, el olvido o delegación de sus obligaciones, o el descuido, impiden que se dé la “simbiosis” natural de la hija con la madre; es decir, el vínculo de intimidad, de confianza básica, de desvanecimiento de los límites personales en las primeras etapas del desarrollo humano. Por tanto, "gracias a ella", existe posteriormente diferenciación e individualización. Si no hay madre (real o sustituta), esa experiencia de ser amados incondicionalmente, de ser uno con otro, no existe y luego la buscamos de la peor manera: "pagando el precio que nos pidan" sólo para sentir que somos alguien, que existimos, que tenemos valía, o como una forma "enfermiza" de auto-reconocimiento.

Enfatizo que los motivos por lo que este abandono se dé, pueden ser múltiples: depresión, haber sido también abandonado, trastornos psíquicos, situaciones críticas (migraciones, condicionantes críticos de vida o supervivencia, accidentes, pérdida de la libertad), turbulencias familiares, drogas, alcoholismo, etc., que provoquen una desconexión y la pérdida del contacto genuino o profundo.


La competencia constante con la hija, el compararse siempre con ella y demostrarle que es más inteligente, más deseable o más bella, según sea el valor que predomine en el otorgamiento del poder; reclamos incesantes, ataques a la felicidad de la hija, planteos de rivalidad con el padre, entre otros, provocan que se establezca desde la madre una polaridad de "buena-mala" que prevalece a lo largo de toda la relación, desencadenándose igualmente de forma inconsciente y posterior consciente (ya sea que se acepte o no) la envidia y los celos entre ambas. Asimilar esta rivalidad y envidia de la madre es difícil, -reiterando que no siempre se hace de forma consciente-, pero, al ocupar más espacio que otros aspectos de la vida, tiene indudablemente un efecto destructivo.

La intromisión constante en la vida de la hija comienza a darse debido a que la “simbiosis” no se rompe, y no "se tolera" que la hija cuestione o rompa con la forma en que se da la relación. Las consecuencias son el infantilismo crónico, la inmadurez. Es la madre sobreprotectora, solícita hasta el aturdimiento, la que todo resuelve, hasta la mínima dificultad, fóbica a todo lo nuevo (amistades, actividades fuera del entorno más cercano, ideas, sugerencias procedentes de la hija). Se “desvive” por los hijos; no tiene vida propia y por ello vive la de la hija (cuando existen varias hijas generalmente vive la vida de la más vulnerable); y por su parte, ésta cree no poder vivir sin la madre (es la hija que todo le consulta, que todo le procura en el son de no lastimarla, la que "procura" a pesar de sus creencias o ideas darle gusto en todo lo que la madre demanda), la trae a su casa en una constante o vive con ella; es exageradamente miedosa; hasta que llega un tiempo, en que paradójicamente la hija crece y comienza a desarrollarse cuando decide "por un momento, desaparecer, expulsar o relegar a la madre en un rincón afable de su vida".

Los vínculos “vampíricos” —donde la madre vive a expensas de la hija— pueden darse porque la madre tiene a la hija de "rehén" escudada en una enfermedad psíquica o somática real o fantaseada. Son madres débiles, dependientes (aunque así no lo aparenten); depositan en la hija deberes o responsabilidades que ellas no asumen (cuidado de otros hijos, de enfermos, de sus padres, etc.). La capacidad de la hija se magnifica, pues desde muy temprana edad debe hacer frente a grandes problemas y situaciones, hacerse cargo de otros, mantener la organización doméstica, sostener emocionalmente a los padres. Se le culpa ante cada oportunidad de vida independiente con otra persona. Este nivel de exigencia para la hija la priva de vivir su niñez, la convierte en modelo de vida de sacrificio y sobre adaptación, lo que provoca en ella serias afecciones psicosomáticas.

La descalificación, la crítica constante por exigencias desmedidas en diferentes áreas de desempeño (escolar, comportamiento, inteligencia, aptitudes, belleza, amistades, etc.), provocadas, la mayor parte de las veces, por la insuficiente valoración personal de la madre que se proyecta en la hija, atrofia la autoestima de la hija, haciéndola sentir insegura, poco valiosa; y reafirmando la baja del autoconcepto en ambas, más aún cuando esta descalificación se torna en ambientes de indiferencia, o en situaciones constantes de remarcar que es por el bien de su crecimiento, o que la intención no lleva nada de crítica negativa. 

"Todos estos tipos de relaciones son inalienables; 
es decir, se dan en mayor o menor medida en el vínculo 
que se establece entre madre e hija; 
la intensidad o estereotipia de alguno de los rasgos, 
en el sentido de "no poderlos reconocer" 
y la falta de "capacidad de cambio" para una evolución, 
hará "más" o "menos" saludable la relación."



Las “buenas historias”, son aquellas que, pasando por innumerables vicisitudes de amor, aceptación, encuentros y desencuentros, logran crear condiciones de aprendizaje para ambas partes y de confianza en los propios alcances.

Para "maternar", se requiere de una alta capacidad de entrega, de discernimiento entre las propias vivencias y las de los hijos, de conciencia de las diferencias entre éstos y sus distintas necesidades físicas, psicológicas y espirituales. Y, aun así, se transitará siempre por situaciones donde por un lado estarán los juicios de valor cultural que nos indican cómo se es una buena madre y por el otro nuestra naturaleza humana, nuestros problemas y contradicciones, nuestros sentimientos.  Será más fácil lograr el equilibrio desarrollando nuestro sí mismo, ese sí mismo que se formó en el estrecho contacto con nuestra madre, con su amor y cuidados. El dolor forma parte del pasado. No existe en este mundo una persona que no cargue con lastres de la infancia. Algunos son más terribles que otros, pero lo doloroso de los recuerdos, al fin de los tiempos y épocas en que nos desenvolvamos, no tienen ninguna importancia. Dejemos que viva lo que nos diferencia de nuestras madres sin borrar lo que nos hace semejantes a ella. Reconozcamos nuestro origen, veamos en nuestras madres a una mujer, con todo lo que ello implica, y enseñemos a nuestras hijas —si las tenemos— a vernos como tales. La relación entre madre e hija puede ser una de las más hermosas que experimentemos en nuestra vida, y es una de las más intensas, profundas y complejas del ser humano.



"Especialmente dedicado a mis dos hijas,
que son mi tesoro,
mi razón de ser,
mi sostén,
mi orgullo continuo"


 NAMASTÉ-NAMASKAR
"Nos vemos mañana"




Bibliografía
Alborch, Carmen. 2007. Malas. Rivalidad y complicidad entre mujeres. Conferencia, en http://www .mujeresenred.net/,fecha de consulta 2 de febrero.
Arribillaga, Inés. 2007. Una relación “entrañable” Madres e Hijas. Artículos de género, en http://www.mujeresenred.net/, fecha de consulta 31 de enero de.
Suescún, Matilde. 2007. Relación madre e hija: compleja dualidad, en http://www.revistabandapart.com/ 002/txt/1.htm, fecha de consulta 1 de febrero.
http://www.llibreriapedagogica.com/butlletins/butlleti17noticias7.htm, fecha de consulta 2 de febrero de 2007.
http://www.unesco.org/courier/2001 02/sp/dici.htm, fecha de consulta 10 de febrero de 2007.


miércoles, 13 de julio de 2011

LA MENTE, LAS EMOCIONES, EL CAMBIO

"Estamos aquí en este mundo
con el sólo propósito 
de emprender la
sagrada Gran Lección"


Jack Angelo

La naturaleza nos muestra 
que la vida es cambio, 
que nada permanece igual.

El cambio es una realidad de vida pero a menudo puede ser la causa de gran estrés. Desde el momento del nacimiento necesitamos alimentos, cuidados, atención y amor. Si por cualquier razón, no recibimos "lo suficiente" de estos "nutrientes vitales", comenzamos a conocer el "miedo". Por consiguiente:

"el miedo nos impulsa a obtener
 lo que necesitamos con el objeto de sobrevivir".

La supervivencia basada en el miedo comienza a impregnar todos los aspectos de la vida cuando llegamos a ser conscientes de que aparentemente, no hay ninguna fuente inagotable de nada. De padres y educadores temerosos por ejemplo, aprendemos a vivir con "miedo a la carencia y a la pérdida"; o como aquellos que "condicionan", alineamos por ende nuestras vidas con esos miedos, aislándonos de la fuente de lo que necesitamos. Es aquí donde se originan "nuestros miedos y nuestra resistencia al cambio" y donde comienza también gran parte del "desequilibrio de nuestra energía"

Tarde o temprano todos tenemos que llegar a un acuerdo con el cambio, y son la mente y las emociones las que influyen sobre nuestra capacidad para cambiar. Es muy importante conocer el papel que juega nuestra mente para encarar las causas del estrés y el modo en que se genera "estrés adicional". Debido a su vínculo con las emociones, la mente tiene una influencia poderosa sobre el modo en que expresamos nuestros sentimientos y sobre las emociones que éstos pueden suscitarnos.

La mente genera pensamientos que pueden ser positivos o negativos. Siempre tenemos una opción en el "modo en que deseamos pensar", aunque el "condicionamiento del pasado, a menos que lo encaremos, influenciará nuestra tendencia a hacer elecciones positivas o negativas.


Todas las opciones conllevan posiciones posibles para mostrarnos cómo nuestro pensamiento puede afectar el estado de ánimo y determinar nuestra actitud. Pero en todo momento, podemos escoger cómo pensar. Necesitamos recordar que: "Lo semejante engendra lo semejante" y que las "actitudes positivas generan sentimientos positivos" que a su vez, "generan acciones positivas". De esta forma, la mente incide sobre el modo en que elegimos comportarnos.

Funcionamiento de nuestra Energía
"Lo semejante atrae a lo semejante"

La mente tiene un efecto poderoso sobre "el aura = energía". Porque lo semejante atrae a lo semejante, el estado del campo de energía atraerá a personas y conocimientos que son de una clase similiar. Por lo tanto, si queremos tener "un día estupendo", necesitaremos tener una "mente estupenda que genere pensamientos estupendos"... es nuestra elección.

En los niveles sutiles las energías se acumulan en forma de pensamientos. Al referirnos al "miedo", existen conjuntos de pensamientos sobre toda clase de ellos: ansiedad, falta de valor, autodenigración, odio, celos, ira, merma de nuestra estima, abuso, etcétera. También existen formas de pensamiento "positivos" (ausencia del miedo) como: la alegría, el amor, la compasión, la amistad, el respeto, la autovaloración, la admiración.

Una vez que se han establecido en la mente una "pauta de pensamientos", comenzamos a atraer "formas de pensamientos similares" Imaginemos este panorama: ¿Cuántas veces nos hemos sentido mal con nosotros mismos cuando decidimos reflexionar sobre nuestros puntos débiles, o sobre algo que no nos deja tranquilos?, por ejemplo. Cuando "tratamos" de hacer un "auto-reconocimiento" pronto las formas de pensamiento negativo comienzan a volverse "ilimitadas"; comenzamos a sentirnos cada vez peor. Mientras la mente recoge estas "formas de pensamiento", solemos hundirnos incluso más profundo en un pozo de depresión. Lo que pudo haber comenzado como una "valoración de alguna acción" por nuestra parte, comienza a tornarse en la "capacidad de terminar como un sentimiento de que tal vez no estamos en este planeta para todas las cosas buenas que estamos haciendo"; ¡ni siquiera lo reconocemos!. Éste es el efecto insidioso del pensamiento negativo.

A lo largo de nuestras vidas, hemos experimentado esta cadena de "acontecimientos", sin "comprender" el papel destructivo que las formas de pensamiento han estado jugando en nuestras experiencias. Volvamos a pensar en la última vez que nos sucedió ésto y "resolvamos conscientemente" estar "alerta al proceso" de ahora en adelante. Si el proceso es reconocido a tiempo, la sucesión de pensamientos negativos pueden detenerse y por tanto, relegarse (se repelen); por el contrario, -si no es así-, "las energías negativas" continúan acercándose al "aura-energía" hasta que están saturadas de "negatividad".

Pero del mismo modo, las leyes de este proceso pueden aplicarse a producir resultados positivos. Los pensamientos positivos atraen más formas de pensamientos positivos. Un pequeño esfuerzo para ver o enfrentar una situación, o a nosotros mismos, bajo una luz positiva, puede iniciar el proceso en movimiento hacia nuestro beneficio duradero. 

Tenemos que comprender que, a través de la red de la conciencia, cada célula de nuestro cuerpo es consciente de nuestros pensamientos y responde a su energía (cada célula tiene memoria). Todos los pensamientos negativos tienen un efecto negativo sobre el cuerpo en el nivel celular más profundo. Nuestras emociones negativas tienen un impacto similar. Estas energías, en combinación con su efecto sobre los sistemas y aparatos del cuerpo, más tarde o más temprano, se manifestarán como "mala salud" pues son "estados de desequilibrio de energía".

TODAS LAS ENERGÍAS POSITIVAS
AFECTAN A LOS NIVELES DE NUESTRO SER 
DE UN MODO ARMONIOSO, 
Y SE MANIFIESTAN EN EL CUERPO FÍSICO 
COMO BUENA SALUD



"Cuanto más ejercitemos nuestra APTITUD 
PARA ESCOGER, más rápido funcionará
la conversión del "proceso".

Cambiemos en la medida de lo posible,
en la medida de nuestra intención y nuestra voluntad,
pasar de una vida de pensamientos negativos
a una vida de pensamientos positivos"

NAMASTE-NAMASKAR
"Nos vemos mañana"